jueves, 20 de diciembre de 2012

Espíritu navideño 2012 (1)


MUERTOS NAVIDEÑOS 

Ya puestos a morirse interesa fallecer en invierno, a ser posible en Navidad. Y es que son fechas para eso. En Navidad San Pedro hace la vista gorda, y como el Jefe está muy ocupado, que si el Nacimiento del niño Jesús, que si la misa del Gallo, pues la cosa está menos vigilada y San Pedro hace de su capa de santo un sayo. 

–Este pecado que quede entre nosotros, esta infidelidad que pase, venga para adentro antes de que me arrepienta–.

Lo suyo es morirse en Navidad, a ser posible en Nochebuena, después de la cena, por supuesto. Te mueres hinchado de comer y con una alegría por el cava que ni te cuento, llegas a la puerta del cielo con la zambomba y cantando ande, ande, ande la Marimorena. Y te dejan pasar sin mirarte los papeles con tal de que dejes organizar tanto escándalo, que se quedan todos los ángeles mirando y da muy mala imagen. Además, si te mueres en Nochebuena, como son fechas tan señaladas, tu familia se acuerda para siempre del día de tu muerte y no se les olvida, aunque quieran, ponerte una vela y rezarte una oración. 

En verano la cosa está más fastidiada para entrar en el cielo, las vacaciones, la operación retorno, que allí también se llama así, los deportes de riesgo, todo eso produce muchas colas. Los turistas se mueren en países de otras religiones y eso tiene su burocracia celestial. También hay más vicio, más marcha y más piel para mirar en la playa y pecar. Hay más control y más aglomeraciones, los taxistas muertos sacan sus alas por las ventanillas haciendo aspavientos y sonando el claxon: –¡que pase ese tío, que se ha quedado muerto¡–. Y luego está el peligro de que te mueras en verano y además te manden al infierno, eso no quiero ni pensarlo.

Estas y otras razones me hacen tenerlo muy claro: en el cielo en invierno se está en la gloria.  

Juan Pardo Vidal, Tus  muertos


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