viernes, 23 de octubre de 2009

El Gaviero y el Mar: fragmentos literarios para navegantes

Foto: Ana Santos Payán

[El lenguaje] se asemeja a uno de aquellos mapas coloreados del colegio, de hule, llenos de nombres exóticos y accidentes geográficos: ríos, cordilleras, lagos y grandes sabanas que yo siempre imaginaba pobladas de cebras, jirafas, manadas de ñúes y portadores negros que trabajaban para un irritante y estúpido cazador blanco de elefantes. El lenguaje es igual. Una sucesión de pequeños y grandes Estados soberanos, muchos de los cuales no visitaremos nunca, pero que sabemos que existen porque están en el mapa. Así encontramos, en el centro del continente, el País del Lenguaje Coloquial, que es el más extenso y el que cuenta con un mayor número de habitantes. Al este, tras una frontera vigilada por centinelas armados, casamatas y alambradas de espino, está el País del Lenguaje Oficial, donde los allí nacidos se saludan y despiden con frases altisonantes: Muy Señor mío, y Dios guarde a Vd. muchos años.
En el otro extremo del mapa está el País de las Jergas, uno de los más visitados, donde dicen siroco, chupa, birra y colega. Y al norte, justo al extremo del continente, se encuentra el romántico País de los Hombres del Mar, donde todos los vientos tienen nombre, y todos los habitantes son poetas. Allí pronuncian palabras como arrufo y codaste, grátil y chumacera, abarloar y barlovento.

Jesús Marchamalo, La tienda de palabras, Madrid, Siruela, 1999, pp. 199-200.

2 comentarios:

Julio Castelló dijo...

Precioso texto. Aunque discrepe de las posiciones geográficas (tonterías de uno).

Esther Cabrales dijo...

Me encanta el texto, pero, como en los diagramas de Venn, debería existir una zona común a todos ellos. Yo la habitaría. Por mis circunstacias personales, laborales y lúdico-festivos los hablo todos. Por ser de Leganés hablo el lenguaje macarra del País de las Jergas, por mi trabajo, hablo el del Lenguaje Oficial y por mi aficción a la escritura, también utilizo, cada vez con más ahínco, el del País de los Hombres del Mar, por eso me gusta tanto bisoño.