En cualquier entorno, en cualquier lado, puede esgrimirse la mirada poética, nos viene a decir María Eloy-García con este poemario.
En Cuánto dura cuanto encontramos referentes urbanos cotidianos, pequeños objetos, cercanos (como electrodomésticos), de áreas populares, que dan pie a la expresión lírica en tono intimista. Así, nos lleva a espacios reducidos (habitaciones de un piso) y se introducen términos económicos. Con todo, se crea impacto y sorpresa, al poetizar elementos que no eran poetizables.
Además, se aproxima a todos ellos con una actitud indagadora. Así, efectivamente, se aprecia una tendencia a extraer lecturas filosóficas de las observaciones cotidianas.
La poeta utiliza la ironía y la falsa mitificación para remitirnos a un entorno cotidiano, urbano, gobernado por lo material (como puede apreciarse en la sección titulada afiladamente «El ciclo de hipermuriel») y donde subyace una perspectiva crítica. Pero en ese espacio aún es posible constatar la vigencia de los sentimientos; del amor, la desilusión y la esperanza.
Busca la precisión léxica, y no plasma desarrollos narrativos, sino un tono de confidencia, de monólogo dramático, que encierra una crítica social llena de hastío, decepción e incomodidad.
María Eloy-García explota los juegos de palabras con mucha habilidad, que de esta manera nos muestran una realidad polisémica y, también, nos lleva a la creación de enunciados sorprendentes.
Además, el libro incluye dos poemas visuales y el volumen se cierra con un «poema fotonovelado»; un audaz intento de plantear otras vías de expresión poética apoyándose en imágenes adecuadas al texto.
Fuente: Culturamas
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