Al llegar al profundo puerto, plegaron las velas y las pusieron en el negro navío; desmontaron el mástil sobre el puente, bajándolo mediante los cables anteriores, muy deprisa; llevaron el barco al fondeadero a fuerza de remos. Entonces, del navío lanzaron anclas y fijaron las amarras (Homero, Ilíada, I, 423 y ss.).
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