Hiperhíbridos de Pablo Gallo es un libro con hojas microperforadas, preparadas para ser arrancadas, sacadas de contexto, manipuladas. Cada hiperhíbrido puede funcionar solo, puede enmarcarse, puede pincharse en la pared, puede enviarse dentro de una carta, puede colorearse... Pocos valientes se atreven a profanar un libro de esa manera. Juan Carlos Vicente ya lo ha hecho:
HIPERHÍBRIDOS, de Pablo Gallo.
Descubrí a Pablo Gallo como un voyeur más, observando por la mirilla con deseo el sexo que practicaban los extraños. Era el sexo circular que aparecía retratado con dibujos y textos en su Libro del Voyeur.
Ahora el sexo ha dado paso a la alquimia, una alquimia en la que ingredientes como el cine, la literatura y el comic se mezclan en B/N.
Hiperhíbridos es un libro fetiche, la disposición de las páginas (en formato apaisado vertical, como un coloreable que rememora nuestra infancia), el minimalismo de los textos de Basho Bin-Ho y las ilustraciones del propio Pablo, hacen del libro un objeto para coleccionistas. Además de la numeración única de cada ejemplar, cortesía de Gaviero Ediciones.
El prólogo de Eloy Fernández Porta confirma alguna de nuestras sospechas: “La sátira dibujada es un arte de extremos y contradicciones”. A partir de ahí la personal visión de los escritores que Gallo recrea es una sucesión de guiños que abarcan la memoria del niño, del adulto y, en definitiva, de la imaginación.
Y es que en el libro no solo aparecen los escritores, no, como el título indica los escritores han sido cruzados, mutados y transformados en iconos imposibles que ahora reclaman su espacio en nuestra retina. Y lo consiguen, vaya si lo consiguen. Las nuevas versiones de Vila-Matas como Neo, de Carver como Carver-Eastwood el sucio, de Bukowski como Bela Bukowski o Beckett como Batman Beckett esperándonos en el Bar-móvil, solo son algunos de los destellos gráficos de la locura (cada día mayor) de un Pablo Gallo que dentro de poco tendrá que pasar a ser uno de esos Hiperhíbridos por derecho propio.
Un libro en el que homenajes, tanto a personajes como a autores (desde Jack kirby a David Mazzuchelli en comic, pasando por Víctor Mora, creador del Capitán Trueno), se funden con rostros reales, o supuestamente reales (¿alguien conoce en persona a Thomas Pynchon?) en un portafolio indispensable para los amantes del dibujo y de la literatura.
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