martes, 26 de junio de 2012

La colección troquel de El Gaviero por Carmen Camacho (Sevilla, 2010)

El otro día le leía a Bertand Russell -que fue Lord, pero para mí, además, es un santo- que mucho mejor aún les hubiera ido a las hermanas Brontë si no hubieran vivido su juventud en un entorno hostil. Sobre todo a Charlotte -decía San Bertand-, que tenía el ánimo menos fornido que el de Emily. Si el rato y la energía que aquellas dos mujeres jóvenes tuvieron que emplear en mantener su independencia mental frente a los prejuicios e impedimentos lo hubieran dedicado a escribir, sin duda habríamos salido ganando todos: ellas, la creación, la libertad y por supuesto nosotros, sus lectores. Hay quien piensa que los obstáculos son buenos y que en ellos se crecen los talentos. Yo pienso -y sospecho que no sólo yo en esta mesa- que la adversidad lo único que hace es la puñeta y que lo que siempre hace falta es lo contrario, esto otro: abrir paso, dejar ser y hacer posible. Tengo la certeza, y con ella el gustazo, de hablaros de un proyecto que se está llevando a cabo con el valor, con el conocimiento y con el criterio que hace falta para abrir ventanas o hacer troqueles por donde la creación joven de calidad y de vanguardia se salga. Esta es la Colección Troquel, un proyecto del IAJ de Almería y de El Gaviero Ediciones.


La Colección Troquel es una buena idea hecha colección de libros. Esa buena idea es precisamente dar su sitio, un espacio editorial en condiciones, a la creación de vanguardia hecha por escritores jóvenes de talento, de Andalucía, sí, pero no sólo. Acabo de decir en una frase -subordinadísima, pero frase-  demasiadas cosas hermosas (hermosas sí, dicha la hermosura en su acepción de belleza pero también en ese otro sentido, tan del sur, de cosa grande) que requieren celebrarse una a una. Así que comienzo:



Lo primero: esta colección está dedicada a divulgar el trabajo de escritores jóvenes que uno) despuntan en la escritura  -no como un mero ejercicio gramatical sino como lo que es, una operación artística-  y dos) estos autores hacen de esa capacidad para la escritura artística vida y labor propias, como diría Claudio Rodríguez. Dicho de otra forma, estamos hablando de jóvenes escritores comprometidos con lo que tienen que comprometerse, que es con la letra, con darla y sacarla en libertad. Y por desgracia no es perogrullo esto que estoy diciendo, que en esta sociedad del éxito exprés hay personas más interesadas en ser escritoras que en escribir. Sé que no es el caso de los autores de esta colección. En Troquel encontrarán letraheridos, como dicen los catalanes. Letraheridos jóvenes pero que han dado señales estupendas de temperamento para la escritura y-puedo afirmar, acerca de los autores de la colección que conozco en persona- también para la vida. Ya han dado que hablar, o mejor -corrijo- , ya han dado mucho y bueno que leer.
Y no sólo hay aquí letraheridos. En Troquel encontramos ilustraheridos  -jóvenes artistas que hacen del texto su trazo- y peazoprologuistas (Vila-Matas, Bonilla, Corcobado…).
La segunda cosa que hace tremenda a la colección es que en ella cabe la vanguardia. Y no es tan normal tampoco decir esto si tenemos en cuenta que hay un mercado, que este mercado iene sus leyes, y que tantas veces esas sus leyes dejan fuera y sin casi amnistía a lo que uno) no sea conservador en forma o fondo, o dos) no sea espectacular, a secas. Literatura de vanguardia y literatura de retaguardia son los conceptos extremadamente visibles y que no requieren demasiadas explicaciones. Los grandes escritores, de ahora y de antes, son siempre de vanguardia. En Troquel tiene cabida precisamente esta escritura, la nueva y sin corsés. Y si para ello hay que detonar los géneros hasta que revienten o mezclarlos o inventarlos o también tenerles fe, pues bien, hágase.
Esto de quebrar géneros, o mezclarlos, o darles cabida a todos sin atender más que a la buena letra, es tal vez una de las características más destacadas de este proyecto. Troquel es una colección necesariamente híbrida, que da salida a creaciones hechas con calidad y en libertad. No sólo en la colección tienen cabida todos los géneros, también en cada uno de los libros, si a la autora o autor le hace y le place. Muchos de estos libros mezclan a voluntad de sus creadores narrativa, monólogos teatrales, guiones cinematográficos, poesía, ensayo e incluso idiomas, con total libertad y coherencia. Obras de este andamiaje no caben en un certamen de equis versos, tema: el aire, ritmo dactílico, rima asonante. En Troquel son bienvenidas las musas sin faja o sencillamente textos que por su hilván distinto no encontrarían concurso literario que les viniera bien.
Me resulta natural, casi biológico, que una edición de estas características esté al cuidado de El Gaviero, editorial que tiene gusto por lo anfibio, por lo que, por vocación no tiene paredes, porque dialoguen las gentes y las artes y los géneros y que nos divirtamos o nos sintamos los dentros todos, lectores y autores, atravesando tabiques, crujiendo por dentro, pasando pantallas.
Exacto y estupendo, por cierto, también el nombre de la colección, Troquel: el troquel presta fantasía y posibilidades a lo que se corta, hiende y tunea, da pie al trampantojo y al estreap tease, da posibilidad y jareta. Rompe. Noble oficio este vuestro de la hendidura.
Y tercer asunto que me encanta de Troquel: que claro que apoya a los jóvenes creadores de Almería y de Andalucía, pero no tiene empecinamientos localistas o provincianos, que lo único que harían es poner naftalina entre las páginas que se apolillan. Aquí corre el aire y están y se encuentran y dialogan y eso es bueno para la letra y para los lectores, escritores de aquí y de alla. Desde Almería, Troquel se persigna en el nombre del norte y del sur y del este y del oeste. No vaya a pasar lo que me pasó a mí el otro día, que leí en una guía de viajes de Sevilla que en Palacio de Dueñas nació Antonio Machado, “poeta local”, decía, textualmente. Casi me vuelvo loca con ese “local”. A uno de nuestros poetas más universales esta guía lo encerraba con llave en su casa.
Una iniciativa como ésta, que quiere dar alas a obras punteras de autores jóvenes de calidad necesita ser un proyecto editorial completo. No se puede publicar de cualquier modo textos de altura y mucho menos si éstos son de jóvenes que andan abriendo brecha y respirando por ella. Antes de editar mal es preferible no hacerlo -lo poco, no lo olviden, es peor que la nada-. Para editar la colección Troquel, el IAJ de Almería y El Gaviero parece que se hubieran tatuado en el pecho esto que dice Juan Ramón Jiménez:

Lo esencial en este asunto gráfico es que cada uno haya la mejor edición posible, nunca lujosa, de la obra ajena o de la propia; y pensar que si no nos es dado hacerla a nosotros, nadie la haría como nosotros[1]

También decía que “en poesía la forma debe ir por dentro, la idea por fuera”[2], y se me antoja a mí que esta receta también es válida para la buena edición.
Pero el reto de editar, de editar con calidad, no se agota en el hecho de sacar libros bonitos. Editar bien no es sólo maquetar en condiciones, aunque bien sea cierto que la disposición de la caja, la cubierta, el título, el tamaño de las palabras etc., todo eso unido represente, súbitamente, el valor del texto. El verdadero editor tiene como trabajo primero saber leer, tener criterio, para dar a la luz los textos que realmente merezcan la pena, o mejor dicho, que merezcan la alegría.
Y por supuesto, tarea del verdadero editor también es saber cómo hacer llegar esos textos a las manos de los lectores que sepan apreciarlos y valorarlos.
A todo esto se le llama editar con primor y anchura, y todo esto es lo que nos están dando los promotores, editores y autores de Troquel: en cinco años que ya llevan, los libros de Troquel han sido acogidos por la crítica y han llegado a las manos de cada vez más lectores. Araña, de Ana Gorría o Ciudadano Romano, de Antonio Portela, ocuparon el primer lugar en la lista de ventas de la librería Hiperión. A esto le llamo yo auténtico beneficio social: que textos emergentes, naturalmente transformativos, consigan llegar a las manos, a las entendederas -y a las sentiderasde los lectores, no deja el mundo tal cual estaba.
Proyectos como éste son motivo suficiente para que la Feria sea auténticamente una feria, una fiesta, la celebración del libro, y para que a esto que siento se llame alegría.


Y termino con unos versos que, desde que me propusieron presentar la colección, me vienen rondando por dentro: A comienzos de los años 70 del pasado siglo, el poeta Robert Frost se vanagloriaba de haber cobrado un Potosí por sus versos; y esto le mereció la réplica estupenda de Fernando Quiñones, que habló del arte y de los jóvenes escritores, en este poema inmenso, Honorarios[3]:


HONORARIOS
No se envanezca Frost
de los mil dólares por verso
ni de sus cenas con el Presidente,
que el joven al-Usbuni, llegado ayer de Málaga,
cobró cien doblas por un elogio
y durmió luego con la reina.

[1] Juan Ramón Jiménez, Aforismos. La Veleta, Granada, 2007; cit. pág. 21.
[2] Ibid., pág. 20.
[3] Fernando Quiñones. Crónica personal. Fundación José Manuel Lara, Sevilla, 2005. Pág. 163. 


TROQUELEs una colección dedicada exclusivamente a escritores jóvenes, editada en colaboración con el Instituto Andaluz de la Juventud y construida con libros híbridos en los que todos los géneros tienen cabida.
[1] Antonio García Fernández, La eterna promesa
Prólogo: Francisco Martínez
Ilustración: Alejandro Ortega
[2] Ana Gorría, Araña
Prólogo: José Luis Gómez Toré
Ilustración: Pepa Cobo
[3] Natalia Manzano, Apnea. Método de inmersión
Prólogo: Espido Freire
Ilustración: Patricia Martínez
[4] Antonio Portela, Ciudadano romano
Prólogo: Juan Bonilla
Ilustración: Fran Úbeda
[5] Alejandra Vanessa, El hombre del saco
Prólogo: Matías Miguel Clemente
Ilustración: Aurora Rumí
[6] Germán Guirado, Menos Tú
Prólogo: Javier Corcobado
Ilustración: Mª Ángeles Hernández Marín. Maki
[7] Sofía Rhei, Química
Prólogo: Pedro Cañas Navarro
Postfacio: Antón Faedo

Ilustración: Jacqueline Toon
[8] Juan Manuel Gil, Inopia
Prólogo: Enrique Vila-Matas
Ilustración: Ramón David Morales
[9] Ana Tapia, El polizón desnudo
Prólogo: Ana Gorría
Ilustración: Carmen Hernández
[10] Begoña Callejón, Cenicienta en sangre
Prólogo: Natalia Zarco
Ilustración: Ana Canteras
[11] Raúl Quinto, Idioteca
Prólogo: Alberto Santamaría
Ilustración: Cristina Llorente
[12] Elise Plain, Pan para la princesa
Prólogo: Maite Dono
Ilustración: Rocío Arana
[13] Sara R. Gallardo, Epidermia
Prólogo: José Luis Piquero
Ilustración: Diego de Haro
[14] Pablo López Carballo, Crea mundos y te sacarán los ojos.
Prólogo: Julián Rodríguez
Ilustración: María G. de Azcárate


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