El otro día le leía a Bertand Russell -que fue Lord, pero para mí, además, es un
santo- que mucho
mejor aún les hubiera ido a las hermanas Brontë si no hubieran vivido su
juventud en un entorno hostil. Sobre todo a Charlotte -decía San Bertand-, que tenía el ánimo menos fornido que el
de Emily. Si el rato y la energía que aquellas dos mujeres jóvenes tuvieron que
emplear en mantener su independencia mental frente a los prejuicios e
impedimentos lo hubieran dedicado a escribir, sin duda habríamos salido ganando
todos: ellas, la creación, la libertad y por supuesto nosotros, sus lectores.
Hay quien piensa que los obstáculos son buenos y que en ellos se crecen los
talentos. Yo pienso -y sospecho que no sólo yo en esta mesa- que la adversidad lo único que hace es la
puñeta y que lo que siempre hace falta es lo contrario, esto otro: abrir paso,
dejar ser y hacer posible. Tengo la certeza, y con ella el gustazo, de hablaros
de un proyecto que se está llevando a cabo con el valor, con el conocimiento y
con el criterio que hace falta para abrir ventanas o hacer troqueles por donde
la creación joven de calidad y de vanguardia se salga. Esta es la Colección
Troquel, un proyecto del IAJ de Almería y de El Gaviero Ediciones.
La Colección Troquel es una
buena idea hecha colección de libros. Esa buena idea es precisamente dar su sitio, un espacio editorial en
condiciones, a la creación de vanguardia hecha por escritores jóvenes de
talento, de Andalucía, sí, pero no sólo. Acabo de decir en una frase -subordinadísima, pero frase- demasiadas cosas hermosas (hermosas sí, dicha la hermosura en su acepción de
belleza pero también en ese otro sentido, tan del sur, de cosa grande) que
requieren celebrarse una a una. Así que comienzo:
Lo primero: esta colección está dedicada a divulgar el trabajo de escritores jóvenes que uno) despuntan en la escritura -no como un mero ejercicio gramatical sino como lo que es, una operación artística- y dos) estos autores hacen de esa capacidad para la escritura artística vida y labor propias, como diría Claudio Rodríguez. Dicho de otra forma, estamos hablando de jóvenes escritores comprometidos con lo que tienen que comprometerse, que es con la letra, con darla y sacarla en libertad. Y por desgracia no es perogrullo esto que estoy diciendo, que en esta sociedad del éxito exprés hay personas más interesadas en ser escritoras que en escribir. Sé que no es el caso de los autores de esta colección. En Troquel encontrarán letraheridos, como dicen los catalanes. Letraheridos jóvenes pero que han dado señales estupendas de temperamento para la escritura y-puedo afirmar, acerca de los autores de la colección que conozco en persona- también para la vida. Ya han dado que hablar, o mejor -corrijo- , ya han dado mucho y bueno que leer.
Y no sólo hay aquí letraheridos. En Troquel encontramos ilustraheridos -jóvenes artistas que hacen del texto su
trazo- y peazoprologuistas (Vila-Matas, Bonilla, Corcobado…).
La segunda cosa que hace
tremenda a la colección es que en ella cabe la vanguardia. Y no es tan normal tampoco decir esto si
tenemos en cuenta que hay un mercado, que este mercado iene sus leyes, y que
tantas veces esas sus leyes dejan fuera y sin casi amnistía a lo que uno) no
sea conservador en forma o fondo, o dos) no sea espectacular, a secas. Literatura
de vanguardia y literatura de retaguardia son los conceptos extremadamente
visibles y que no requieren demasiadas explicaciones. Los grandes escritores,
de ahora y de antes, son siempre de vanguardia. En Troquel tiene cabida
precisamente esta escritura, la nueva y sin corsés. Y si para ello hay que
detonar los géneros hasta que revienten o mezclarlos o inventarlos o también
tenerles fe, pues bien, hágase.
Esto de quebrar géneros, o
mezclarlos, o darles cabida a todos sin atender más que a la buena letra, es
tal vez una de las características más destacadas de este proyecto. Troquel
es una colección necesariamente híbrida, que da salida a creaciones hechas con
calidad y en libertad. No
sólo en la colección tienen cabida todos los géneros, también en cada uno de
los libros, si a la autora o autor le hace y le place. Muchos de estos libros
mezclan a voluntad de sus creadores narrativa, monólogos teatrales, guiones
cinematográficos, poesía, ensayo e incluso idiomas, con total libertad y
coherencia. Obras de este andamiaje no caben en un certamen de equis versos,
tema: el aire, ritmo dactílico, rima asonante. En Troquel son bienvenidas las
musas sin faja o sencillamente textos que por su hilván distinto no
encontrarían concurso literario que les viniera bien.
Me resulta natural, casi
biológico, que una edición de estas características esté al cuidado de El Gaviero, editorial que tiene gusto por lo anfibio, por lo que, por vocación no
tiene paredes, porque dialoguen las gentes y las artes y los géneros y que nos
divirtamos o nos sintamos los dentros todos, lectores y autores, atravesando tabiques,
crujiendo por dentro, pasando pantallas.
Exacto y estupendo, por cierto,
también el nombre de la colección, Troquel: el troquel presta fantasía y
posibilidades a lo que se corta, hiende y tunea, da pie al trampantojo y al estreap
tease, da posibilidad y
jareta. Rompe. Noble oficio este vuestro de la hendidura.
Y tercer asunto que me encanta
de Troquel: que claro que apoya a los jóvenes creadores de Almería y de
Andalucía, pero no tiene empecinamientos localistas o provincianos, que lo
único que harían es poner naftalina entre las páginas que se apolillan. Aquí
corre el aire y están y se encuentran y dialogan y eso es bueno para la letra y
para los lectores, escritores de aquí y de alla. Desde Almería, Troquel se persigna
en el nombre del norte y del sur y del este y del oeste. No vaya a pasar lo que
me pasó a mí el otro día, que leí en una guía de viajes de Sevilla que en
Palacio de Dueñas nació Antonio Machado, “poeta local”, decía, textualmente.
Casi me vuelvo loca con ese “local”. A uno de nuestros poetas más universales
esta guía lo encerraba con llave en su casa.
Una iniciativa como ésta, que
quiere dar alas a obras punteras de autores jóvenes de calidad necesita ser un
proyecto editorial completo.
No se puede publicar de cualquier modo textos de altura y mucho menos si éstos
son de jóvenes que andan abriendo brecha y respirando por ella. Antes de editar
mal es preferible no hacerlo -lo poco, no lo olviden, es peor que la nada-. Para editar la colección Troquel, el IAJ
de Almería y El Gaviero parece que se hubieran tatuado en el pecho esto que
dice Juan Ramón Jiménez:
Lo esencial en
este asunto gráfico es que cada uno haya la mejor edición posible, nunca
lujosa, de la obra ajena o de la propia; y pensar que si no nos es dado hacerla
a nosotros, nadie la haría como nosotros[1]
También decía que “en poesía la
forma debe ir por dentro, la idea por fuera”[2],
y se me antoja a mí que esta receta también es válida para la buena edición.
Pero el reto de editar, de editar
con calidad, no se agota en el hecho de sacar libros bonitos. Editar bien no es
sólo maquetar en condiciones, aunque bien sea cierto que la disposición de la
caja, la cubierta, el título, el tamaño de las palabras etc., todo eso unido
represente, súbitamente, el valor del texto. El verdadero editor tiene como
trabajo primero saber leer, tener criterio, para dar a la luz los textos que
realmente merezcan la pena, o mejor dicho, que merezcan la alegría.
Y por supuesto, tarea del
verdadero editor también es saber cómo hacer llegar esos textos a las manos de
los lectores que sepan apreciarlos y valorarlos.
A todo esto se le llama editar
con primor y anchura, y todo esto es lo que nos están dando los promotores,
editores y autores de Troquel: en cinco años que ya llevan, los libros de
Troquel han sido acogidos por la crítica y han llegado a las manos de cada vez
más lectores. Araña, de
Ana Gorría o Ciudadano Romano, de Antonio Portela, ocuparon el primer lugar en la lista de ventas
de la librería Hiperión. A esto le llamo yo auténtico beneficio social: que
textos emergentes, naturalmente transformativos, consigan llegar a las manos, a
las entendederas -y a las sentideras- de los lectores, no deja el mundo tal cual estaba.
Proyectos como éste son motivo
suficiente para que la Feria sea auténticamente una feria, una fiesta, la
celebración del libro, y para que a esto que siento se llame alegría.
Y termino con unos versos que,
desde que me propusieron presentar la colección, me vienen rondando por dentro:
A comienzos de los años 70 del pasado siglo, el poeta Robert Frost se
vanagloriaba de haber cobrado un Potosí por sus versos; y esto le mereció la
réplica estupenda de Fernando Quiñones, que habló del arte y de los jóvenes
escritores, en este poema inmenso, Honorarios[3]:
HONORARIOS
No se envanezca Frost
de los mil dólares por verso
ni de sus cenas con el Presidente,
que el joven al-Usbuni,
llegado ayer de Málaga,
cobró cien doblas por un
elogio
y durmió luego con la reina.
[1] Juan Ramón Jiménez, Aforismos. La Veleta,
Granada, 2007; cit. pág. 21.
[2] Ibid., pág. 20.
[3] Fernando Quiñones. Crónica personal. Fundación
José Manuel Lara, Sevilla, 2005. Pág. 163.
TROQUELEs una colección dedicada exclusivamente a escritores jóvenes, editada en colaboración con el Instituto Andaluz de la Juventud y construida con libros híbridos en los que todos los géneros tienen cabida.
[1] Antonio García Fernández, La eterna promesa
Prólogo: Francisco Martínez
Ilustración: Alejandro Ortega
Prólogo: Francisco Martínez
Ilustración: Alejandro Ortega
[2] Ana Gorría, Araña
Prólogo: José Luis Gómez Toré
Ilustración: Pepa Cobo
Prólogo: José Luis Gómez Toré
Ilustración: Pepa Cobo
[4] Antonio Portela, Ciudadano romano
Prólogo: Juan Bonilla
Ilustración: Fran Úbeda
Prólogo: Juan Bonilla
Ilustración: Fran Úbeda
[5] Alejandra Vanessa, El hombre del saco
Prólogo: Matías Miguel Clemente
Ilustración: Aurora Rumí
Prólogo: Matías Miguel Clemente
Ilustración: Aurora Rumí
[6] Germán Guirado, Menos Tú
Prólogo: Javier Corcobado
Ilustración: Mª Ángeles Hernández Marín. Maki
Prólogo: Javier Corcobado
Ilustración: Mª Ángeles Hernández Marín. Maki
[7] Sofía Rhei, Química
Prólogo: Pedro Cañas Navarro
Postfacio: Antón Faedo
Ilustración: Jacqueline Toon
Prólogo: Pedro Cañas Navarro
Postfacio: Antón Faedo
Ilustración: Jacqueline Toon
[8] Juan Manuel Gil, Inopia
Prólogo: Enrique Vila-Matas
Ilustración: Ramón David Morales
Prólogo: Enrique Vila-Matas
Ilustración: Ramón David Morales
[9] Ana Tapia, El polizón desnudo
Prólogo: Ana Gorría
Ilustración: Carmen Hernández
Prólogo: Ana Gorría
Ilustración: Carmen Hernández
[10] Begoña Callejón, Cenicienta en sangre
Prólogo: Natalia Zarco
Ilustración: Ana Canteras
Prólogo: Natalia Zarco
Ilustración: Ana Canteras
[11] Raúl Quinto, Idioteca
Prólogo: Alberto Santamaría
Ilustración: Cristina Llorente
Prólogo: Alberto Santamaría
Ilustración: Cristina Llorente
[12] Elise Plain, Pan para la princesa
Prólogo: Maite Dono
Ilustración: Rocío Arana
Prólogo: Maite Dono
Ilustración: Rocío Arana
[13] Sara R. Gallardo, Epidermia
Prólogo: José Luis Piquero
Ilustración: Diego de Haro
Prólogo: José Luis Piquero
Ilustración: Diego de Haro
[14] Pablo López Carballo, Crea mundos y te sacarán los ojos.
Prólogo: Julián Rodríguez
Ilustración: María G. de Azcárate
Prólogo: Julián Rodríguez
Ilustración: María G. de Azcárate
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