lunes, 5 de noviembre de 2012

La peste del caballo de Angélica Liddell


En diversas ocasiones Angélica Liddell ha colaborado con nuestros proyectos. Su trabajo nos parece extraordinario y nos sentimos afortunados de haber podido contar con ella. Queremos con esta entrada darle la enhorabuena por el reciente Premio Nacional de Literatura Dramática, para ello hemos seleccionado el texto que apareció en 2006, en el número 19 de nuestra querida Salamandria, monografía dedicada al Tren.


LA PESTE DEL CABALLO
Angélica Liddell

Un  tren, deliberadamente anacrónico, atraviesa lentamente la pradera. Los pasajeros son hombres armados, algunos limpian sus rifles y la mayoría los llevan sobre sus rodillas. Jeremías Kertezs padre conversa con Jeremías Kertezs hijo.

JEREMÍAS PADRE.- Quítate la chaqueta. Hace calor.
JEREMÍAS HIJO.- No tengo calor.
JEREMÍAS PADRE.- Sólo digo que estarás mejor si te quitas la chaqueta.
JEREMÍAS HIJO.- No me apetece quitarme la chaqueta.
JEREMÍAS PADRE.- Haz lo que quieras.

-silencio-

JEREMÍAS PADRE.- Pon el arma sobre tus rodillas.
JEREMÍAS HIJO.- Estoy más cómodo sin el arma sobre las rodillas.
JEREMÍAS PADRE.- Todo el mundo lleva el arma sobre sus rodillas.
JEREMÍAS HIJO.- Yo no.

- el camarero trae dos limonadas-

JEREMÍAS HIJO.- No he pedido limonada. No quiero limonada.
JEREMÍAS PADRE.- Bébetela, no seas idiota.
JEREMÍAS HIJO.- No me gusta. ¿Cuántas veces quieres que te lo repita? ¡Dios mío! Me hace vomitar desde pequeño. Lo sabes.
JEREMÍAS PADRE.- Imposible. La limonada no puede hacerte vomitar. La limonada es buena. Bebe, te sentará bien, hace calor.
JEREMÍAS HIJO.- (Empieza a llorar)
JEREMÍAS PADRE.- (Riéndose) ¡No seas idiota! Tienes casi cuarenta años. ¡Estúpido! (aumenta la risa) Me hubiera gustado verte en Auswitch, (sigue riéndose), me hubiera gustado verte en un tren camino de Auswitch, (sigue riéndose), no sé cómo lo hubieras aguantado con lo blando que eres, (sigue riéndose), ¿qué hubieras hecho en Auswitch, llorar como una mujer?, (sigue riéndose), no hubieras resistido, te hubieras ahorcado como un marica el primer día, seguro. (sigue riéndose) Pobre idiota. Da gracias, ahora nadie nos puede hacer daño. Anda, bébete la limonada. Te está mirando todo el mundo.
JEREMÍAS HIJO.- (Se bebe la limonada conteniendo las arcadas)
JEREMÍAS PADRE.- ¡Atención, ahí están los caballos! (Baja la ventana del tren)
JEREMÍAS HIJO.- No parecen enfermos.
JEREMÍAS PADRE.- ¡Dispara, aprovecha, uno no mata caballos todos los días, aprovecha mientras dure la peste, dispara! ¡Vamos, dispara, hay que matarlos a todos!

Los pasajeros comienzan a disparar a las manadas de caballos. A Jeremías hijo se le cae el rifle de las manos, se desmaya. Jeremías padre se ríe una vez más de su hijo y sigue disparando a los caballos.

Fuente: Salamandria

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