Foto: Ana Santos Payán |
Sí, todo lo lamía y recogía la luz del faro. Las sombras, los sueños, los secretos. Tal vez todavía los guarda. Debajo del faro, en un osario de luz. Las intermitencias, las aspas luminosas, recorrían los tejados, entraban por las láminas de las persianas, destellos pasajeros que guillotinaban el techo, pero luego hacían más oscura la oscuridad. La linterna del faro cosía lo de fuera y lo de dentro, la vigilia y el sueño. El mar infinito y las habitaciones angostas.
Manuel Rivas, Las voces bajas, Alfaguara.
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