Buscar el principio es como intentar descubrir las fuentes de un río. Se pasa usted varios meses remando contracorriente, bajo un sol abrasador, entre altísimas murallas de jungla chorreante, con los mapas empapados de humedad desintegrándose en las manos. Lo enloquecen a usted las falsas esperanzas, los malignos enjambres de insectos picadores, y las añagazas de la memoria, y lo único que se saca en claro, al final –la última Thule de tan ridícula búsqueda–, es un humedal de la selva o, tratándose de un relato, una palabra o un gesto perfectamente desprovistos de sentido. Y, sin embargo, en algún lugar más o menos arbitrario del largo recorrido entre el humedal y el mar, el cartógrafo clava la aguja de su compás, y es ahí donde nace el Amazonas.
Lo mismo me pasa a mí, cartógrafo del alma, cuando busco el comienzo de la crónica de mi vida.
Sam Savage, Firmin, Booket, 2009.
Lo mismo me pasa a mí, cartógrafo del alma, cuando busco el comienzo de la crónica de mi vida.
Sam Savage, Firmin, Booket, 2009.
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