viernes, 30 de noviembre de 2012

papel a punto de, de Estíbaliz Espinosa por Edgar Campos


Estíbaliz Espinosa

[…]

hemos advertido que has soñado con ella.

Sus dedos en tu lengua.

La que hoy teclea este texto con sus yemas secas

Las inundó toda la noche en el cielo de tu boca

[…]

Anotamos que su mano en tu boca te dolía.

Te dolía su inminente modo de no ser tuya.

Su dedo deslizó una mina bajo tu lengua

como un punto suspensivo perdido de su frase.



papel a punto de, Estíbaliz Espinosa, (2011)
                                                                                                                                            ***

Leer el libro de Estíbaliz es un acto de doble significado: muy rápido el libro se hunde en el libro para aparecer en su poesía. La cópula de contenido y continente parece inaugurar un espacio poético poblado de espejos aquí y allá. El libro de Estíbaliz es, efectivamente, un libro dentro de un libro. A lo largo del poemario aparecen los detalles del libro para formar parte del universo poético: la página, por ejemplo, forma parte del título de la primera parte materia oscura ([abismo y superficie de página]). De tal forma que el libro y sus intimidades salen a la luz. La tinta, tiene también parte de protagonismo en el poema “| tinta a punto de |”: « A las cinco hora solar encontrarán nuestros cadáveres / con la tinta de esta palabra entre los dientes.». Incluso el poema como texto impreso en una hoja también aparece como lugar fantástico por el que caminar: «Alguna vez te has sentado por la parte de atrás de un poema / Entonces la has visto a ella». Tanto es así que el lector puede verse a veces sorprendido por la tentación de volver la página y comprobar si se ve realmente lo que Estíbaliz dice que se ve. 

Pero no sólo la arquitectura del Libro indica un gusto por el cuerpo de éste, sino que además, el Libro es el lugar donde el lector como figura poética está involucrado en el desarrollo de la propia poesía. Algunas veces cómplice, otras víctima y en ocasiones cadáver, porque, como dice Estíbaliz en su poema “abra”: «Lo que la vida no permite tendrás que / morirte un poco / una vena de muerte, no más / basta para la pervivencia de los mínimos gestos». Esta participación de la figura del lector en el poema queda perfectamente expresada en el mismo poema “abra”: «Tendrás que intercalarte en el verso obstinadamente / con la decisión de la piedra de agua / que no sólo intercala / sino que se involucra, se incrusta». 

La escritura, o el tiempo de escritura, también se ven reflejados en la poesía de Estíbaliz. Basta a veces con un único verso de una sola palabra para que éste provoque la atención de la voz poética y que, inmediatamente después, el siguiente verso dé constancia de ese giro del poema sobre sí mismo. En otro poema, un tierno despiste de la voz poética conduce a ésta a perderse en la contemplación por una ventana, para finalmente confesar su olvido sin remedio. 

Leer y escribir parecen acoplarse y desarrollarse en un escenario muy concreto, entre las páginas de un libro, páginas que son camas desechas, la imagen para mí más fuerte de todo el poemario: «Es ésta una cama hecha para deshacerse». Más adelante, en el poema “| la mujer que |”, la imagen vuelve con todavía más fuerza: «y tu almohada blanca se deshilacha hacia esta página / y sobre ella tu sueño y su pelo se trenzan hasta el mediodía.» 

En definitiva, toda esta elaboración de una poética de los actos de lectura y de escritura parece querer dirigir la atención hacia esos elementos que estos dos actos tienen de ritual. O simplemente dirigir la atención del lector hacia aquella mágica e indescifrable esfera que siempre desprende el rito: la imagen, el sueño o la alucinación ―es decir su estética. 

Pero eso no es todo todavía. Es fácil observar de qué modo la poesía de Estíbaliz estructura un deseo de totalidad muy peculiar. El Libro es escenario del cosmos. Para demostrarlo basta con mencionar que las tres partes del libro se dividen en tres materias: materia oscura […], materia gris y fluido rosa. Pero no es un cosmos estático, sino que el Libro alberga la vida y duración de este mismo cosmos, es decir que la materia tiene un decurso, un Tiempo. El primer poema: “| la contención, el aliento |” marca ese mismo punto inicial a punto de. Después, el decurso o despliegue de la materia acontece a lo largo de todo el poemario, y finalmente en “| soak – somsok |”, el penúltimo poema del poemario marca el recogimiento o repliegue de ese mismo cosmos. 

Este universo móvil o viviente contiene toda una constelación de materias poéticas posibles e imaginables: la tecnología, la física cuántica, la matemática, las pasiones humanas, el intelecto, el cuerpo orgánico. Merece, por ello, especial atención el universo tecnológico que Estíbaliz pone en juego en su poemario ya que éste mismo padece las vicisitudes de este universo en constante movimiento y mutación. Me permito aquí transcribir unas pocas líneas de una de las magníficas y escasas prosas del poemario. Lleva como título  “| preguntas para un abismo a punto de |”:   


«Quién observará la lenta corrosión de los aerogeneradores de A Faladoira y el óxido deshuesando los argumentos de los triunfadores. De cualquier época y de un lugar cualquiera. Quién se apoderará del trono de una hoja de papel por un instante. Al dorso de esta página, quién dibujará el croquis de una nave celeste. Dime qué piensas, quién será, pregunto. Quién creerá en el espejismo de la vida escrita en medio del desierto de viva muerte. La maleza en torno a tus manos, quién la cortará. Quién verá al sol protagonizar la novela del firmamento, adoptar los gestos de un hongo nuclear y quién ―pregunto quién― se volverá carbón junto a este texto y todos aquellos textos ―pregunto quién― increíbles. En la mano de quién se fragmentará el último ejemplar de Swift, los ojos de quién serán los últimos en leer a Rulfo, junto al corazón de quién estallarán las Follas Novas desrevoloteando como una golondrina flechada en pleno vuelo. Quién por sobre ti por sobre mí verá cómo los tallos de hierba engullen lo humano. Digieren lo humano. Eructan lo humano en forma de quién sabe qué fruto o esperma o flor. Con su parsimonia algo macabra fotosintetizan ideas, se injertan en lo inolvidable. Con su torpeza de rama, su ceguera de raíz, socavan una casa abandonada. A los pies de una civilización. Quién irá desrepitiendo esas anáforas. Quién neiuq. Descosiendo el aliento vital, puntada a puntada, los televisores, los umbrales, las presas, los petroglifos, las bateas, los cines, las plataformas petroglíferas, los peep-shows, los grandes telescopios punto a punto, despuntando, reduciendo a hilachas la magnitud.»

Para acabar, me gustaría comentar una última idea que me parece subyace a lo largo del poemario y que solamente en “| soak – somsok |” adquiere cierta presencia y relevancia. A parte del anagrama del título (kaos – kosmos) que sugiere esa misma idea de repliegue que la poeta trabaja en los últimos poemas de papel a punto de, el poema también parece hacer alusión a aquello que a pesar de la corrupción, permanece: «lo transmoderno pasa a postmoderno / a moderno y a –sin más- antiguo / -y quien dice antiguo dice arcaico.» A mi modo de ver, dentro de este carnaval de la materia, donde todo parece correr hacia su fin y extinción, esa dimensión arcaica aparece como una tierra poética prometida, un espacio aparentemente intocable por este proceso de aniquilamiento, un espacio que a pesar de todo rápidamente queda violado por la voz poética: «y tocar por vez primera el rostro animal de nuestra joven madre». Aun así, para mí que, aparte de esta invasión táctil, esa dimensión de lo arcaico parece permanecer inquebrantable a lo largo del poemario, hasta el punto que en el poema “| caza |”, donde, «él, el cazador que en las estrellas vio el recorrido de la especie / y acostó semen sobre la hierba y la mujer amamantó”, es quien, poco después parece dictarle a la voz poética lo que debe decir. 

Hay por tanto, un claro movimiento de corrupción de la materia palpable a lo largo de todo el poemario y únicamente interrumpido por estas imágenes que ponen en juego lo primordial. Sin embargo, Estíbaliz, en una última vuelta de tuerca, parece querer sumergirnos en una dimensión trágica de la creación. En este teatro de la creación cósmica, el lector queda avisado muy tempranamente: el acto de lectura va a jugar un papel muy importante en la desaparición de la materia: «La extinción de las formas sigue tu ritmo de lectura». Por lo tanto, doble juego, doble filo: la poesía necesita de la actualización por parte de la lectura, como chispa avivadora,  pero a la vez encamina la poesía hacia su propia aniquilación. 

Edgar Campos (08/11/2012)

Gracias a Luna Miguel por hacerme descubrir a Estíbaliz Espinosa. 

La mayoría de poemas citados en el texto pertenecen a la obra papel a punto de publicada por El gaviero Ediciones, 2011. El poema abra, por su parte, fue publicado en la red para una antología de joven poesía gallega, aquí dejo el link para quien esté interesado: http://www.enfocarte.com/PoesiaGallega/espinoza.html

Puedes comprar el libro aquí



1 comentario:

Anónimo dijo...
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