Foto: Ana Santos Payán |
El mundo piensa en mí y en esas otras células de cáncer
que le besan la vida.
David Meza, El sueño de Visnu
De nuestro afecto por la
proliferación de la materia nacen dos patologías: la ciudad y el cáncer. Ambas
tienen que ver con el miedo a morir.
Estíbaliz Espinosa, papel a punto de
Mi moral es liviana como las raíces de mis algas.
Es un pez espada que parte los brazos de mis pescadores y las lianas del mar.
Es un cáncer que se esconde en la moraleja del cuento que voy a contarte...
Pedro Casariego Córdoba, Qué más da
Igual que el sueño, vuelve
la tarde a ser carne apagada,
cáncer en las paredes de la
luz.
Ana Gorría, Araña
Cada cual acarrea
su radiografía bajo el brazo.
Su cuota de cáncer, su abandono,
su ojo de cristal o su guante ortopédico.
Que nos aspen si eso no nos remueve algo dentro.
Harkaitz Cano, Alguien anda en la escalera de incendios
Pesa vivir en un planeta redondo
Pesa pertenecer a un mundo con estrías
Pesa la peluca que disimula el cáncer
Pesa la belleza
Pesa el milagro, el aburrimiento
Lo sagrado y lo profano
De todas todas, pesa el ser
Maite Dono, Sobras
El poeta se estaba muriendo:
el cáncer refulgía por su cuerpo
y lo tenía dando vueltas en cama para matar las
llamas.
Aún así, cuando el teniente irrumpió en el piso de
arriba,
Neruda se encaró y le dijo
–Aquí sólo hay un peligro para usted: poesía.
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