miércoles, 17 de marzo de 2010

CÓMO NO ESCRIBIR…

Y cómo, preguntaron, cómo
escribir después de Auschwitz.
Y después de Auschwitz
y después de Hiroshima, cómo no escribir.
(José Ángel Valente)
Y cómo no escribir después de Irak, de Gaza, de Ciudad Juárez, del terrorismo doméstico y bancario, después de la explotación infantil, de la sed, cómo no escribir.
El compromiso une a los buenos poetas. Ya no se entienden viejas disputas decimonónicas. Que los pandilleros no nos vendan más motos. ¿O acaso no son comprometidos también los versos de José Ángel Valente con los que hemos empezado?
Sorprende la gran cantidad de obras que una editorial tan pequeña y humilde como El Gaviero recibe con una temática social o comprometida. Los poetas se implican, y en nuestro catálogo empiezan a abundar los poemarios combativos. Quizás como lectores nos guste cierta agitación o cuando menos encontrar voces discordantes.
Así que El Gaviero canta y protesta con varios títulos: los dardos malévolos de Álvaro Salvador en Después de la poesía (aforismos); la artillería de Hitler contra la de Petrarca en Fragmentos de cal de Juan Manuel Barrado; la mirada irónica a la realidad más cotidiana y mísera de María Eloy-García en Cuánto dura cuanto; la defensa del otro, de la cultura diferente en El polizón desnudo de Ana Tapia; o las trincheras plagadas de muertos que valen más que cualquier idea en Infierno sostenido de Óscar Santos. Las novedades de El Gaviero también siguen esa línea: Soldados en el jardín del neoyorquino Martín Espada; y Excepto yo de la poeta palestina Fatena al-Gurra. El primero, un compendio contra las injusticias del imperialismo yanqui; el segundo, la valentía de una mujer rebelde que denuncia los estragos del fanatismo, y del machismo.
En nuestro “Manifiesto SciFi”, publicado hace un par de años, actualizamos el conocido lema de la poesía comprometida “La poesía es un arma cargada de futuro” de Gabriel Celaya, con la pistola láser de Han Solo y el vergonzoso presente. Porque este mundo corre tanto que mirar más allá del horizonte resulta impertinente: la poesía es una pistola láser cargada de presente.
Ana Santos y Pedro J. Miguel
(Texto publicado en el número 11-12 de la revista Nayagua. Diciembre 2009)

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