Foto: Ana Santos Payán
DE CÓMO
En busca de su madre y con los bolsillos llenos de rencor, esa niña Cenicienta se paseó por las situaciones más sórdidas. Y no tuvo hada madrina que convirtiera calabazas en carrozas o ratones en graciosos pajes, sino que, en su lugar, topó con un cuentacuentos necrófilo, que mató a Pulgarcito, hizo enloquecer a Simbad el Marino y suicidó a Rapunzel. Pero el camino continuaba, y la niña Cenicienta siguió buscando a la madre que la convirtió en monstruo, hasta que llegó a un mar, como a la orilla Estigia, y se convirtió, así, en
Ese libro acabó con los cuentos con perdices y puso el guisante bajo los mullidos almohadones de nuestras lecturas. Desterró para siempre la ñoñería de nuestro imaginario colectivo.
Ese libro se titulaba Cenicienta en sangre. Y su autora, Begoña Callejón.
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