Foto: Ana Santos Payán |
pero qué importa el frío si ya es invierno todo el año
Sofía Rhei, Química
Nadie quiere hablar. Pocos
pueden elevar la mirada.
Las manos son cárceles de adoquines fríos
como la nieve.
Kepa Murua, Cantos del dios oscuro
La gripe, la afonía, la tos,
el crotoreo, los saxos.
El humor transparente
granulado
de paracetamol.
Ramblas de agua y plumas y saliva.
Tiritas para el frío
e hilos sueltos para cubrir la sangre viscosa
del astro que anida sobre tejados y nubes rojas sobre bailarinas enfermas.
Sara R. Gallardo, Epidermia
He escrito este poema en la nieve
para que cada uno encuentre su camino,
para que alguien tropiece con él y lo borre,
un poema en la nieve, humilde como éste
que por otra parte, nada nuevo dice
más allá de la quejumbrosa falta de correspondencia,
de la soledad de siempre y de la imposibilidad
de que frío y dolor coincidan en los huecos de las muelas,
cuando uno cierra la boca y aprieta
su dentadura imperfecta.
Harkaitz Cano, Alguien anda en la escalera de incendios
Tengo frío. ¿Veis los dedos, como tallos, nacer de la tierra
húmeda?. Orgullosa y temblorosa cae mi boca hacia la mesa. En el cenicero aún queda
alguna idea.
Begoña Callejón, Cenicienta en sangre
Hay nieve fresca para cenar
Y unos muslos fríos en la cama
Esperando
Esperando
(...)
Ven
El frío se expande
Y es la cena que tenemos
El amor que nos cubre
Dulce y congelada sábana
Maite Dono, Circus girl
porque mi vida ni siquiera es vida,
es un susurro frío en un alma hambrienta,
un crepúsculo hermoso tirado a la basura
Javier Corcobado, Yo quisiera ser un perro
Enmudece la nieve
con un deshielo atroz
y su nido es el destierro de las almas.
Teresa Domingo Catalá, Luzbel de penumbra
huelo el frío y duele y hay
un frío silencioso que se me deshace entre los dedos
Elise Plain, Pan para la princesa
La nevera: allí la poesía era un saltamontes
en el cuenco de sus manos,
lápiz cincelando letras a lo ancho de su
cuaderno
como el relato de los hechos de un faraón
sobre los muros de una pirámide;
metáfora derramada de la luz que atrapaba
en sus párpados, lámparas de palabras
incandescentes;
rima armonizada por las voces
de bisabuelas y aparceros cantantes de blues
cuando el sueño comenzaba a silbar en su
aliento.
Y el frío era una manta para él.
Martín Espada, Soldados en el jardín
La vía del tren no es una almohada confortable,
el frío gris no permite acomodar las ideas sin peligro.
Luz Pichel, Almanaque poético. Doce poetas para un año
Situar la exhuberancia en los fríos salones palaciegos es un acto de afirmación vital.
Antonio Portela, Ciudadano romano
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