viernes, 3 de julio de 2009

Cuaderno estival 4

Gaviero atento al canto de las sirenas

Ilustración: Javier Roz

Cuelgo. Me entretengo hincando un diente de tiburón en mi almohada. En la almohada de mi camilla. La sirena educada y báltica descansa a mi derecha, a la derecha de una pecera que tiene piernas, cara y los ojos juntos. Las sirenas no se alteran. Esta sirena tampoco. Las sirenas genéticas no patalean. Esta sirena no patalea. La sirena. Ella. Vértebras torcidas, medusas en su espalda. Venas densas y saladas. Llovizna de acueducto fatigado. Arco y patio entre dos aguas. Temporada húmeda y lentísima. Esta sirena. La flor del cactus o el cactus de la flor anfibia. Viva o muerta. Muerte o vida. Viva o muerta. Qué más da.

Pedro Casariego Córdoba, Qué más da, El Gaviero Ediciones, 2004, p. 62.

1 comentario:

Julio Castelló dijo...

Me inclino ante Pedro. Siempre.